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Todas las crisis resultan terribles, pero la que nos ocupa en la actualidad presenta unas características inauditas, no vividas ni imaginadas hasta el momento.
El confinamiento, el estado de alarma y el miedo al contagio del coronavirus son factores que, ya por separado, cursan ansiedad, pero que, en conjunto, conforman una emulsión de alto impacto emocional.
El bombardeo de información y las continuas noticias que avivan el ánimo alterado perjudican más que ayudan a la calma y, para avivar más la combustión, entran en escena las denominadas fake news.
Si quieres conocer más sobres las fake news y como pueden afectar a nivel psicológico, continúa leyendo.
¿Qué es una fake news?
Una fake news es el término anglosajón que se utiliza para denominar una noticia falsa. De este modo, fake news se refiere a toda aquella información que quiere hacerse pasar como verdadera, pero que no lo es.
El Diccionario Cambridge define a las fake news como “historias falsas que parecen ser noticias, difundidas en Internet o usando otros medios, generalmente creadas para influir en las opiniones políticas o como una broma”.
En definitiva, una fake news es un bulo que se expande a través de páginas web de noticias, prensa, radio, televisión y redes sociales. Las noticias falsas han existido desde siempre, la diferencia es que, actualmente, debido a la facilidad del intercambio de información que brindan las nuevas tecnologías, estas se expanden con una mayor virulencia.
El fin de las fake news es la desinformación, fenómeno mucho más dañino y peligroso que la ignorancia.
Un grupo de profesoras de la Universidad de Málaga está realizando una encuesta sobre el COVID-19 y los bulos que se están creando sobre el tema, lo cual hace reflexionar sobre el impacto de este fenómeno en la crisis actual.
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¿Por qué existen las fake news, cual es su objetivo?
Racionalmente puede llegar a pensarse que una noticia falsa puede surgir por un error o por un malentendido pero, ¿qué fin puede tener la propagación de un bulo intencionadamente?
El motivo de que surjan noticias falsas no es otro que el de propagar la desinformación, que no se trata de la ausencia de información, sino de la presencia de información falsa. La desinformación va ocupando poco a poco el espacio de la información veraz, destruyendo ésta. Por ello, la desinformación es mucho más perjudicial que la falta de información.
Pongamos un ejemplo: Imaginemos que tenemos sed y que tenemos tres vasos de los cuales debemos elegir entre dos: un vaso contiene agua mineral, otro vaso está vacío y el tercer vaso contiene un veneno.
Obviamente, elegiremos el vaso con agua mineral, y entre el vaso vacío y el que contiene el veneno, optaremos por el vacío que, aunque no sacie nuestra sed, no nos dañará tampoco, ya que escoger el vaso con el veneno podría causarnos horribles lesiones.
La desinformación actúa como el vaso con veneno, mientras que la ausencia de información correspondería al vaso vacío. Por ello, la desinformación es mucho más nociva que la falta de información.
Pero, ¿con qué intención se crea la desinformación? El fin de la desinformación puede ser desde la acción premeditada de engañar, manipular, difamar, desprestigiar, encumbrar al contrario u obtener ganancias a través de la difusión de un contenido, sea cual sea este.
Eliot Higgins, fact-checker y fundador de Bellingcat, identifica cuatro motivos que impulsan a los creadores de noticias falsas y los resume en lo que denominó “las cuatro P”: Pasión, Política, Propaganda y Pago. Pasión, por el fanatismo que puede llegar a difamar al contrario y/o encumbrar su fin; Política, por el deseo de manipular a la población a crear simpatía o antipatía por una u otra ideología; Propaganda, por enaltecer o degradar un fenómeno, situación, persona, etc.; y Pago por el dinero que genera la lectura o el seguimiento de un determinado medio, el cual puede difundir contenidos sin sentido únicamente como medio de llamar la atención del consumidor y lucrarse con ello.
¿Cómo nos afectan psicológicamente las fake news?
Todo producto tiene su gran momento, y no hay nada mejor que una crisis para motivar la creación, el crecimiento y la expansión de una noticia falsa.
Exacto, la ansiedad, la incertidumbre y el miedo son los alimentos más nutritivos para los bulos, son muchos los medios que lo conocen y, en definitiva, hay que aprovechar las oportunidades.
En tiempos de crisis son muchas las personas que se interesan por la información, con el objeto de conocer qué va a ocurrir, rebajar el sentimiento de incertidumbre e informarse del estado en el que se encuentra la situación.
Pero un exceso de información no es aconsejable. El continuo bombardeo de noticias, todas ellas en torno al mismo tema, provoca saturación y aumenta el estado de ansiedad. Si a esto se le añade que muchas de las noticias que se reciben no son información, sino desinformación, el resultado es mucho más nocivo.
La desinformación desorienta, hace que se actúe y/o piense erróneamente y, lo que es más emocionalmente dañino, se contradice, y esto conduce al pánico.
El exceso de información y la desinformación pueden provocar ansiedad, bajo estado de ánimo, pánico, sentimientos de desamparo, miedo y percepción de falta de control. Y ninguno de estos factores es beneficioso para nadie.
¿Qué podemos hacer?
Aún no se ha creado arma ni vacuna eficaz contra la desinformación. Asimismo, tampoco es posible controlar el número de noticias sobre un mismo tema que se emiten a lo largo de una jornada.
Pero sí podemos aplicar uno de los remedios más eficaces en cuanto a modo de proceder se refiere: la sensatez.
Por ello, lo más aconsejable en estos tiempos de crisis es mantenerse informado, pero sin estar continuamente revisando noticias y buscando medios. Es decir, sería aconsejable revisar las noticias una o dos veces al día, seleccionando los medios adecuados y no dando mucha cobertura a las informaciones que sean sospechosas.
Medios no acreditados, como el audio que se manda a un grupo de servicios de mensajería de un supuesto médico o sanitario dando remedios, no son muy de fiar, como tampoco lo es el vídeo difundido por redes sociales en el que un “experto” explica lo que hay que hacer ante la crisis y las medidas que se están adoptando.
Seamos sensatos: ignoremos afirmaciones de dudosa procedencia, revisemos las noticias en medios serios y, por encima de todo, consumamos estas moderadamente.
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