
¿Qué es el BDSM?
Para aquellos que no estén familiarizados con la terminología BDSM, estas siglas carecen de significado o bien sugieren algún tipo de manual diagnóstico como el DSM. Si es así, se está desencaminado, puesto que las siglas BDSM corresponden al Bondage-Disciplina, Dominación-Sumisión, Sadismo y Masoquismo. El BDSM es, por consiguiente, la actividad que abarca alguna de estas prácticas con el fin de obtener placer erótico o crecimiento personal.
El BDSM contempla una gran variedad de procedimientos y manifestaciones diferentes, todas ellas, por lo general, vinculadas entre sí a través de un elemento común que se denomina Intercambio Erótico de Poder (EPE).
Para que una determinada práctica sexual que conlleve EPE se encuadre dentro del BDSM tiene que cumplir una regla, y es que la práctica sea SSC (Segura, Sensata y Consensuada). En este sentido, el BDSM se realiza siempre en un contexto de:
• Seguridad. Es necesario mantener una seguridad en las prácticas que se realicen, así como en los materiales que se utilicen.
• Sensatez. Los participantes deben estar lúcidos y ser coherentes al acordar los términos de la sesión (tiempo en el trascurre la práctica BDSM) y durante la misma, absteniéndose de estar bajo la influencia de sustancias como droga o alcohol y siempre diferenciando la fantasía de la realidad.
• Consenso. Todas las partes que participen en la sesión deben estar de acuerdo sobre el modo en la que va a transcurrir de modo que las conductas puestas en prácticas sean totalmente consensuadas y susceptibles de ser concluidas en cualquier momento por cualquiera de las partes.
Si una práctica sexual de intercambio de poder no es segura, sensata y consensuada, no es BDSM
Para que estos tres criterios se cumplan, previamente a la sesión se realiza una negociación entre las personas que van a participar en la que se acuerdan los términos y las acciones permitidas o no permitidas. Por lo general, la negociación se resuelve por escrito en un “contrato de sumisión” o acuerdo de consenso. La negociación contempla, a su vez, una palabra de seguridad, que se utiliza cuando alguna de las partes desea finalizar una determinada práctica o la sesión.
Una sesión es el tiempo en el que trascurre la práctica BDSM
Asimismo, se suele contemplar una señal de seguridad, por si alguna de las partes no puede comunicarse verbalmente en algún momento.
El uso de mordazas es habitual en el BDSM e, independientemente de su uso, los sumisos suelen permanecer bastante tiempo con la boca ocupada, por lo que disponer de una señal de seguridad es imprescindible
¿Qué es vainilla?
Vainilla es toda práctica sexual que no es BDSM.
BSDM y Vainilla Vs Parafilias
A primera vista, el BDSM despide perfiles de parafilia y más aun cuando los principales manuales diagnósticos en psicología y psiquiatría (CIE y DSM) consideran el sadismo y el masoquismo como trastornos mentales. En este sentido, ¿a qué persona equilibrada le gratifica sentir dolor o que la aten o la humillen? Y, ¿quién se presta a hacerlo sino un sádico o maltratador? Pero, a pesar de que no parece haber lugar a dudas, el BDSM no tiene, necesariamente, que ser un comportamiento más parafílico que la vainilla. Si se considera que las conductas desarrolladas en el entorno del BDSM son, sin excepción, consensuadas, seguras y sensatas, el BDSM únicamente se puede considerar como un trastorno bajo una condición: que este tipo de conducta impida un funcionamiento normal de la persona a nivel laboral, social, familiar o en su vida cotidiana y, consecuentemente, un malestar que afecte a su felicidad y a su calidad de vida. Por consiguiente, ante la pregunta ¿es el BDSM un trastorno parafílico?, la respuesta es “no” si contribuye a la felicidad de la persona y a su desarrollo sexual y personal.
Por otro lado, a primera vista, la vainilla despide perfiles de equilibrio y normalidad, y más aun cuando los principales manuales diagnósticos en psicología y psiquiatría (CIE y DSM) no consideran ninguno de los comportamientos vainilla como trastornos mentales. En este sentido, ¿qué problema puede haber ante una sexualidad socialmente aceptada basada en las normativas socioculturales políticamente correctas? Pero, a pesar de que no parece haber lugar a dudas, la vainilla no se aleja, necesariamente, de un comportamiento parafílico. Si se consideran conductas sexuales vainilla, como, por ejemplo, el sexo clásico y genitalista y, en definitiva, la sexualidad convencionalmente aceptada, y este tipo de comportamientos impiden un funcionamiento normal de la persona a nivel laboral, social, familiar o en su vida cotidiana y, consecuentemente, un malestar que afecte a su felicidad y a su calidad de vida, la vainilla puede considerarse (fuera de todo pronóstico) una parafilia. Serían los casos de personas cuyas tendencias sexuales son diferentes a las convencionales y que, por motivos heterogéneos (ya sea ideología, creencias religiosas, falta de educación sexual, etc.) no las ponen en práctica y ceden ante comportamientos sexuales que no contribuyen a la felicidad de la persona ni a su desarrollo sexual y personal.
Se conforma así una paradoja en la que no todo es lo que parece, entre lo que parece ser desviado e inadecuado y lo que parece ser equilibrado y socialmente aceptado, entre alguien que sienta excitación sexual en una sesión de bondage y alguien que practique el débito marital una vez por semana y por la obligación de obedecer la norma y cumplir con su cónyuge
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