
Introducción
A finales del siglo XX, la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) transformó radicalmente nuestras vidas. Con el tiempo, la Inteligencia Artificial (IA) ha ido ganando terreno en diversos sectores, convirtiéndose en una tecnología cada vez más presente en nuestros hogares. Sin embargo, la relación que mantenemos con estas máquinas va más allá de la simple utilidad; muchas personas tienden a humanizarlas. Si te preguntas por qué ocurre esto, sigue leyendo.
¿Qué es una IA?
La Inteligencia Artificial es un campo de la informática que busca desarrollar sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requerirían inteligencia humana. A diferencia de los programas tradicionales, que siguen instrucciones estáticas, las IA son capaces de aprender y adaptarse con el tiempo, lo que les permite mejorar su rendimiento en tareas específicas.
¿Por qué atribuimos características humanas a las IA?
Antropomorfismo
El antropomorfismo es un fenómeno psicológico que nos lleva a atribuir características humanas a entidades no humanas. Este mecanismo mental nos ayuda a comprender y relacionarnos con el mundo que nos rodea, y se extiende a cómo interactuamos con la IA.
Experiencia previa
Nuestro cerebro tiende a asociar las interacciones con la IA a las que tendríamos con otros seres humanos. Esto se debe a que la mayoría de nuestras experiencias de comunicación y entendimiento están basadas en interacciones humanas.
Diseño intencional
Los diseñadores de IA a menudo crean interfaces que imitan la conversación humana, incluyendo nombres, voces y tonos de respuesta, para fomentar una conexión emocional con el usuario.
Deseo de compañía
La necesidad humana de conexión emocional también influye en cómo interactuamos con la IA. Aunque sabemos que no son seres conscientes, la similitud en la interacción nos brinda una ilusión de compañía.
Narrativa y cultura
La ciencia ficción y la cultura popular han influido en nuestras percepciones y expectativas sobre la IA, llevándonos a pensar que estos sistemas pueden tener emociones o estados de ánimo similares a los humanos.
Conclusión
Para interactuar de manera ética y responsable con la IA, es fundamental reconocer sus limitaciones y utilizarla de manera que se alinee con nuestros valores y normas éticas.
Es crucial entender que, aunque podamos sentir la tentación de humanizar la IA, estos sistemas carecen de emociones y conciencia. Están diseñados para tareas específicas y es importante tener esto en cuenta para evitar expectativas irreales y comprender las limitaciones y riesgos asociados con su uso.
Autora: Paula Borrego
Si desea saber más sobre la humanización de la IA puede escuchar el programa de Mundo Digital donde se trató este tema con el psicólogo Juan Miguel Enamorado Macías. (Enlace del programa en Spotify).
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