28/09/2023

¿Es aconsejable comunicarle al mentiroso que ha sido descubierto?

No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra (Friedrich Nietzsche)

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¿Es aconsejable comunicarle al mentiroso que ha sido descubierto?

Todos somos susceptibles de caer en una mentira y todos hemos caído en muchas a lo largo de nuestras vidas. Asimismo, son muchas las situaciones en las que descubrimos la mentira, ya haya sido esta, o no, ejecutada.

En estos casos surge la pregunta: “¿Es adecuado que le digamos al mentiroso que lo hemos desenmascarado?”

El siguiente artículo tratará de las ventajas e inconvenientes de actuar de un modo u otro frente al mentiroso.

Con las manos en la masa

Todos hemos mentido y a todos nos han mentido. De este modo, que alguien nos mienta no es algo insólito. Pero, ¿qué ocurre si nos hemos dado cuenta del engaño?

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La posibilidad de actuación que escojamos va a depender de cada situación, ya que en algunos casos es más aconsejable adoptar un comportamiento u otro.

El primer paso antes de tomar una u otra iniciativa es estar seguros de que hemos sido víctimas de la mentira, ya que son muchas las ocasiones en las que la verdad supera la más rocambolesca ficción.

En segundo lugar, es totalmente necesario estar seguro de que la persona que creemos mentirosa lo es realmente. En el caso de que no estemos seguros, deberemos reunir más información que nos confirme nuestras sospechas y, en el caso en el que los datos no sean rotundos, abstenernos de obrar de ningún modo.

En este sentido, hay que tener en cuenta que nunca, bajo ninguna circunstancia, se debe acusar a alguien de habernos mentido si no lo sabemos con absoluta seguridad.

¿Qué hacemos?

Descubrir o no al mentiroso es conveniente en función de la situación en la que nos encontremos, ya que en algunos casos nos beneficiará enfrentarnos al embustero y, en otras ocasiones, nos puede perjudicar.

Para elegir que opción es la más adecuad en cada caso hay que atender a tres elementos: la vinculación, la interacción con la persona y la gravedad y/o consecuencias de la mentira:

Vínculo. Se trata del apego emocional que tengamos con el mentiroso, es decir, de si apreciamos o no a esa persona. Un vínculo alto correspondería a un familiar, a nuestra pareja, a un amigo, etc. Un vínculo bajo corresponde a alguien a quien no le tengamos apego, aprecio o hacia el que sintamos indiferencia.

Interacción. Se refiere a las veces que tengamos que tratar y/o coincidir con el mentiroso, si lo hacemos frecuentemente, puntualmente o raramente. Una interacción alta corresponde a tener un trato diario o frecuente con la persona, independientemente del vínculo que tengamos con ella. Una interacción baja ocurre cuando apenas tratamos con la persona, no la conocemos y/o raramente nos vamos a encontrar con ella.

Consecuencias. Se trata de cómo de importante sea la mentira en cuanto a su gravedad y las consecuencias negativas importantes que ésta vaya a tener para nosotros y/o para un tercero. Una consecuencia elevada corresponde a una mentira que nos puede causar un gran daño a nosotros o a terceros, o que su ejecución tenga repercusiones graves. Esto no tiene porqué corresponderse con un daño físico, sino que el perjuicio puede referirse igualmente a nuestro sentido de la justicia, moral o del deber.

Una vez identificados estos elementos podemos actuar de tres modos diferentes: abstenerse, acusar o dialogar.

Abstenerse

Se trata de la situación en la que no decimos nada al mentiroso ni revelamos la mentira.

Este comportamiento únicamente es adecuado en un caso: en el que el vínculo, la interacción y las consecuencias sean bajas.

Pongamos un ejemplo: Imaginemos que un amigo nos presenta a su primo que va a pasar unos días en la ciudad. No conocemos a esta persona de nada y es muy posible que no la volvamos a ver en la vida. No hay vínculo con esta persona y tampoco hay un trato pasado, presente o futuro (que se sepa probable). En un momento de la conversación con el individuo, este comenta que ha pasado toda la tarde en la cafetería “Café hípster” disfrutando de un delicioso café crema suave acompañado de un muffin de naranja y zanahoria. Sabemos que esta información es falsa, dado que vivimos justo enfrente del mencionado local y esa tarde estaba cerrado.

En este caso podemos actuar de tres modos: abstenerse, acusar o dialogar.

Las consecuencias de cada una de estas actuaciones serán diferentes y debemos razonar sobre cuál va a resultar más beneficiosa para todos en general y para nosotros mismos en particular.

Si acusamos al mentiroso abriremos, claramente, una confortación, ya que el embustero intentará defenderse. Esto puede dar paso a una discusión para ver quien tiene la razón, a que cuente otra mentira o a la huida del individuo. Ninguna de estas consecuencias nos beneficia, ya que estamos disfrutando de la compañía de nuestro amigo, el cual se sentirá incómodo con la circunstancia. Además, vamos a proyectar una imagen de entrometido y/o maleducado.

Puede que nuestro impulso de descubrir al mentiroso sea grande, ya que se ha pasado de listo y no queremos que se salga con la suya. Pero, ¿nos beneficia en algo poner en conocimiento de los demás que el primo-hípster no puede ni pagar un vaso de agua en el local que menciona? Ciertamente, no.

Así que lo más adecuado en estos casos es no mencionar nada al respecto y permitir que el primo-hípster presuma de ir a lugares muy hípsters.

Acusar

Se trata de hacer saber al mentiroso que lo hemos descubierto, y ponerlo de manifiesto. Este modo de actuación es el más complejo y el que conlleva más problemas, dado que el mentiroso va a intentar defenderse y emprenderíamos una discusión.

Ante la mentira, otro posible modo de actuación es hacerle saber al mentiroso que lo hemos descubierto. Este modo de actuar es adecuado únicamente si el vínculo es bajo o inexistente, la interacción es baja y las consecuencias de la mentira son altas.

Pongamos un ejemplo: Es lunes por la mañana y vamos a comprar a una pescadería a la que nunca hemos entrado. El vínculo con los empleados es bajo y la interacción también, porque no es nuestra pescadería habitual. Una clienta le pregunta al pescadero si el pescado es fresco, a lo que el pescadero responde afirmativamente. Nosotros sabemos que eso no es posible, ya que los domingos no se abre la lonja.

En esta situación sí podemos actuar acusando al mentiroso y revelando que lo que ha dicho no puede ser cierto.

Es preciso volver a insistir que este proceder debe activarse únicamente en situaciones puntuales y siendo muy conscientes y, por consiguiente, asumiendo que se va a provocar un conflicto. Hay que considerar que, ni somos Hércules Poirot, ni formamos parte de una serie televisiva en la que desmontan al criminal frente de un grupo de individuos implicados en la trama. Este tipo de situaciones que, a primera vista parecen justicieras y divertidas, pueden desembocar en algo harto desagradable.

Si este es el caso y las consecuencias de la mentira no son muy graves, lo más adecuado es optar por abstenerse.

Dialogar

Este procedimiento consiste en la utilización de la asertividad como medio para descubrir al mentiroso.

Si quieres conocer más sobre la asertividad, visita el siguiente enlace

Se debe optar por dialogar en todos los casos en los que no se cumplan las condiciones en las que resulta adecuado abstenerse o acusar. Es decir, cuando tengamos un alto vínculo con el mentiroso y/o una interacción también frecuente con el mismo.

Esto nos indica que este método es el más óptimo cuando se trata de un amigo, un compañero de trabajo o un vecino, por ejemplo.

Para poner en práctica esta opción deben tenerse en cuenta los siguientes factores:

Privacidad. Nunca se debe desenmascarar al mentiroso en público o con otras personas delante, aunque estas sean de confianza o pertenecientes al núcleo familiar. Siempre esperaremos a estar a solas con el mentiroso para aplicar esta técnica.

No juzgar. Al dialogar con el mentiroso no le juzgaremos ni le reprocharemos la mentira, únicamente expondremos los hechos objetivos.

Empatía. La empatía es fundamental en el uso de esta técnica. Intentaremos ser empáticos, es decir, comprender por qué esta persona ha mentido e intentaremos, a su vez, que el mentiroso sea empático con nosotros, es decir, que comprenda por qué estamos molestos con la mentira o las consecuencias que esta puede tener.

En conclusión, el tipo de comportamiento que debemos adoptar ante el mentiroso dependerá del tipo de relación que tengamos con el mismo. Es imprescindible recordar que nunca emprenderemos ninguna de estas acciones si no estamos seguros de que nos han mentido.

Asimismo, debemos de tener un poquito de empatía ante el embustero y pensar que nosotros también hemos mentido en alguna ocasión y que, si esta persona ha actuado de este modo, no es porque sea mala persona, sino porque se ha equivocado o porque no ha sabido salir de una situación difícil de otra forma.

No obstante, también es preciso tener en cuenta que, por desgracia, hay personas sin empatía y a las que no les cuesta mentir ni tienen remordimiento por ello. En estos casos, hagamos lo que hagamos y actuemos como actuemos, jamás vamos a cambiar el modo de proceder de estas personas.

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