
Que levante la mano quien no haya dicho alguna de estas frases en algún momento de su vida.
Es normal, cuando nos frustramos, las cosas no salen como esperamos o nos desilusionamos con algún proyecto o persona es fácil hacer esas afirmaciones. Aunque también es cierto que la mayoría de nosotros sabemos que no son ciertas, sino fruto de un momento de crispación. Todo me sale mal. No sirvo para nada.
¿Pero qué ocurre cuándo me lo digo continuamente? Pues la respuesta es sencilla, que me lo creo (mi cerebro se lo cree) y actuaré en consecuencia. O sea, que puede ser que empiece el camino para no “valer” y para no “servir”, al menos para no valer y no servir al máximo de nuestras posibilidades, y por lo tanto nuestro estado de ánimo se verá seriamente afectado de forma negativa.
“Todo me sale mal”, “no sirvo para nada”. Detrás de estas frases cuando nos las decimos con frecuencia hay diversos procesos psicológicos que voy a explicar a continuación.
1º Sesgos cognitivos, generalización:
Los sesgos cognitivos son básicamente procesos psicológicos que producen un error en la forma de procesar la información objetiva. Básicamente es una evolución de nuestro cerebro que nos hace realizar juicios rápidos sin hacer un análisis profundo. Por ejemplo, ¿cuándo cree usted que hace más frío, por la mañana o por la noche?, la respuesta habitual es por la noche, sin embargo el momento con la temperatura más baja de un día suele ser entre 30 y 60 minutos después de amanecer, por lo que ya es de día.
Se han estudiado muchos sesgos cognitivos y uno de ellos es el de la generalización. Somos muy dados a usar términos absolutos como “todos, nunca, nada, siempre, etc.”. Es frecuente escuchar frases como “todos los políticos son…”, o “esa pareja siempre está discutiendo”. Evidentemente estas afirmaciones no son correctas, pues no tenemos los datos completos para asegurar que todos, absolutamente todos, los políticos son de cierta manera, ni que una pareja está siempre, es decir 24 horas al día, 365 días al año discutiendo. Pero ese sesgo nos permite hacer una valoración rápida con poco gasto de energía. Todo me sale mal. No sirvo para nada.
Eso mismo ocurre cuando digo frases como “todo me sale mal”, evidentemente si ha llegado a este momento en la vida, han tenido que salir muchas cosas bien, seguramente no todas, como no creo que haya ninguna persona a la que “todo le salga bien” en la vida. Del mismo modo la frase “no sirvo para nada” es una generalización que es incorrecta, desde que una persona se levanta hasta que se acuesta estoy seguro de que hace muchas cosas correctas, y que “sirve” para ellas.
2º Disonancia cognitiva:
La teoría de la disonancia cognitiva propone que tenemos la necesidad de que nuestras emociones, creencias y actitudes sean coherentes, o sea, que vayan en el mismo sentido.
El problema es cuándo nuestros hechos se contradicen con esas creencias. Una persona que es fumadora y que conoce los riesgos que conlleva el consumo de tabaco está realizando una acción que es totalmente contraria a sus conocimientos y creencias. En la mayoría de los casos esta situación crea un malestar psicológico que se suele paliar con otras conductas como por ejemplo decir frases del tipo: “si el tabaco fuera tan malo estaría prohibido”, “muchos médicos fuman”, “tal persona fumó toda su vida y murió de viejo”, etc. De esta forma y por el proceso psicológico que veremos en el punto 4 se disminuye este malestar psicológico.
Algo similar ocurre cuando en la vida hay situaciones que no han salido como deseamos, pero sin embargo somos conscientes de que somos los responsables. Por ejemplo, si una persona suspende varias veces el examen teórico del carnet de conducir puede decir que “todo le sale mal”, cuándo realmente lo más probable es que no haya estudiado lo suficiente o de la forma correcta. O cuándo tiene un fallo en un trabajo que está realizando la frase “no sirvo para nada” aparece, pero puede que la realidad sea que, o bien que no se ha esforzado lo suficiente para realizar el trabajo, o que no tenía la preparación para ello.
Con el uso de estas frases se calma el malestar psicológico al disminuir la disonancia cognitiva y tener una “explicación” para lo que en realidad ha sido una consecuencia de las acciones propias como no estudiar o no prestar la atención suficiente al trabajo.
3º La profecía autocumplida.
Es un proceso psicológico conocido desde la antigüedad pero que fue el sociólogo Robert K. Merton el que lo estudió más recientemente llegando a plantear el teorema siguiente:
“Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales sus consecuencias”
Es decir, que si actuamos en función de una creencia que no está sustentada por una evidencia objetiva, el resultado de nuestra actuación estará en función de esta creencia. Lo que llevado a las frases de nuestro título de este artículo: “Todo me sale mal”, “no sirvo para nada” indicará que si iniciamos cualquier actuación basada en estas creencias tendremos muchas posibilidades de que resulten fallidas, lo cual reforzará la idea previa y hará que se perpetúe en el futuro hasta que se haga una realidad, aunque tan solo debido a nuestras acciones.
Es famoso el ejemplo del año 1932 en el que se corrió el rumor de que el banco Last National Bank iba a quebrar, lo que no era cierto, sin embargo los clientes fueron a retirar sus depósitos lo que hizo que realmente el banco quebrara.
Si una persona adulta que no ha aprendido a montar en bicicleta decide probar alentado por un amigo, pero se enfrenta a la tarea con pensamientos y frases como “yo sirvo para montar en bici”, “seguro que me voy a caer”, “yo no tengo equilibrio”, etc. Hará que cuando empiece a montar en bici se encuentre rígida, con miedo, tensa, sin atender a las instrucciones y las sensaciones sino esperando el momento en que se produzca la caída e impidiendo ese aprendizaje, ¿qué creen ustedes que ocurrirá? ¿Aprenderá a montar en bicicleta o se caerá y abandonará en los primeros minutos?. Finalmente puede que diga la frase “ya sabía yo que no sirvo para montar en bici”.
4º El cerebro se lo cree todo.
Suelo comentar que nuestro cerebro necesita una actualización como si del sistema operativo de nuestro ordenador se tratase, y es que no tenemos un módulo que distinga entre ficción y realidad, para nuestro cerebro todo es real y por tanto actúa en consecuencia.
Si vemos una película de terror posiblemente tengamos la emoción de miedo, aunque objetivamente sabemos que no corremos absolutamente ningún peligro por ver esa película. Sin embargo las emociones que nos generan son reales, no tenemos la capacidad de indicar a nuestro cerebro que la pantalla del cine o la televisión es algo totalmente inofensivo.
Exactamente igual responde nuestro cerebro a las palabras que nos decimos. Nuestro discurso interno es un diálogo permanente en el que nos damos instrucciones, hacemos reflexiones, nos planteamos dudas, planificamos el día, y todo eso es percibo por nuestro cerebro como real, generando las emociones correspondientes y predisponiéndonos para realizar acciones en consecuencia.
Este proceso del diálogo interno lo tenemos todos lo humanos desde que el lenguaje se hace presente en nuestras vidas a temprana edad. Habitualmente tenemos un discurso neutro, operativo, basado en cuestiones triviales y del día a día. Sin embargo cuando las palabras que usamos son negativas, usamos frases que sin ser reales (“Todo me sale mal”, “No sirvo para nada”) son dadas por ciertas, nuestras emociones y acciones estarán guiadas por ellas llevándonos a estados psicológicos negativos y psicopatológicos, baja autoestima, ansiedad, depresión, problemas en las relaciones interpersonales, laborales, familiares o problemas de pareja, y un largo etcétera.
¿Hay solución si todo me sale mal?
La respuesta es que si, porque aunque parezca automático, nuestro diálogo interno está guiado por nosotros mismos (al igual que el externo), y si somos conscientes del discurso que tenemos podremos cambiarlo, ese cambio de diálogo interno producirá en poco tiempo un cambio en las emociones, y por tanto en las acciones que realicemos.
Da igual el tiempo que llevemos sumidos en esos pensamientos negativos, nuestro cerebro tiene una increíble plasticidad neuronal, una capacidad sorprendente de cambiar, aprender, y además a nuestra mente le encanta aprender, lo nuevo.
Tendremos que cambiar frases y expresiones absolutas y negativas por otras más concretas como por ejemplo: “la paella me sale mal”, “no sirvo para hacer exámenes tipo test”. De esta forma pasaremos de un estado irreversible “todo me sale mal” a algo concreto que puede ser real y en lo que tendremos la capacidad aprender, practicar, mejorar y finalmente cambiar.
Estos pequeños cambios en nuestro diálogo pasando de la generalización a lo concreto nos permitirá enfrentarnos a la realidad y poder cambiarla, a la vez que cambiará y mejorará nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, y nuestro cerebro empezará a percibir una nueva realidad acorde a elementos objetivos.
Y como consecuencia de todo ello las frases: “Todo me sale mal”, “No sirvo para nada”, se convertirán en “algunas cosas me salen mal, pero otras muchas me salen bien”, y “puede que aún no sirva para algunas cosas, pero para otras sí sirvo y las hago muy bien”.
A veces estos cambios no son fáciles de hacer por uno mismo por lo que es importante que ante la aparición de estados de ánimos negativos o poco adaptativos acuda a un profesional de la psicología que podrá ayudarle a realizar estos cambios de forma rápida y eficaz.
Psicodifusión es editada por los psicólogos Paula Borrego y Juan Miguel Enamorado
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