30/05/2023

Vaginismo: La imposibilidad de mantener relaciones coitales

Una disfunción sexual que afecta a las mujeres

El vaginismo es una disfunción sexual que afecta a las mujeres por la cual les es imposible realizar el coito. Se produce por una contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina que provocan espasmos que cierran la apertura.

El vaginismo puede aparecer en la primera relación coital de la mujer o a lo largo de su vida sexual. El primer caso se denomina vaginismo primario, mientras que el segundo caso se denomina vaginismo secundario.

El vaginismo no es un problema fisiológico, sino una falta de habilidad para relajar la vagina lo suficiente como para que la penetración coital se produzca, por lo que no impide que la mujer pueda mantener relaciones sexuales no coitales satisfactorias ni interfiere con la consecución del orgasmo.

En los casos en los que la penetración no pueda producirse porque es dolorosa, es importante descartar la existencia de una patología subyacente. La dispareunia, es decir, el dolor en las relaciones sexuales coitales, se debe en ocasiones a problemas fisiológicos o patologías, por lo que es fundamental acudir a un profesional médico, en este caso el ginecólogo, para descartar cualquier tipo de causa somática. En estos casos, el vaginismo sería secundario a una causa fisiológica que habría que tratar previamente.

Una vez descartada la existencia de un factor fisiológico, las causas del vaginismo pueden ser de diversa índole: ansiedad, estrés en general que provoca tensión muscular, miedo al dolor, miedo al embarazo, problemas de pareja o conflictos sexuales no resueltos.

En ocasiones no se encuentra una causa clara del vaginismo ya que puede surgir como respuesta condicionada a una primera relación coital en la que se produjo una contracción debida, muy posiblemente, al estrés o la tensión que puedo surgir de experimentar ese primer coito. Asimismo, haber sufrido con anterioridad un problema fisiológico que derivase en dispareunia, aunque ya haya desaparecido y el dolor en la relación sexual no tenga porqué existir, puede haber condicionado la respuesta sexual en la relaciones coitales futuras. Esto ocurre porque una experiencia sexual coital tensa, ya sea por miedo al dolor, o por el estrés del momento, puede ocasionar que los músculos de la entrada vaginal se contraigan e impidan la penetración y, tras este primer intento fallido, la tensión se generaliza en futuros intentos coitales, provocando una espiral que concluye en la instauración del vaginismo.

Dado que el vaginismo no es una patología física su pronóstico es muy favorable con casi un 100% de éxito terapéutico (Masters y Johnson, 1970) con tratamiento bajo supervisión profesional.

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