¿Qué clase de padre soy? Los estilos educativos parentales. Parte 4: Consecuencias de los diferentes estilos educativos para los hijos

¿Qué podría salir mal?

Como se ha comentado en la parte 1, la parte 2 y la parte 3 de este artículo, los estilos educativos pueden influir en gran medida en el menor y afectar a su desarrollo emocional, social e incluso su madurez. Asimismo, un estilo educativo mal gestionado puede ser en parte responsable de la aparición de problemas en la adolescencia y la adultez.

No obstante, un estilo educativo nefasto no es una condición necesaria ni determinante para el desarrollo de un trastorno o la aparición de un problema en un niño.

Culpar a la educación paternal al 100% de la aparición de un trastorno en el menor no es solo incorrecto, sino que además supondría una hipótesis pro autoinculpatoria que de nada beneficiaría ni al menor ni a los progenitores.

Asimismo, un estilo educativo eficaz tampoco es garante de que no aparezcan complicaciones en el desarrollo social del menor.

Los estilos educativos tienen un gran peso en las conductas presentes y futuras del niño, ya que suponen las bases de su percepción del entorno, su sistema de valores y el modo de comportarse, pero también influyen otros factores como son la propia personalidad del menor, el contexto en el que se desenvuelva a parte del familiar y las vivencias propias.

A pesar de ello, los estilos educativos deben ser tenidos en cuenta, ya que sea el que sea el desarrollo del niño, van a ser un elemento facilitador o desfavorecedor para el mismo.

En el presenta artículo se tratan las posibles consecuencias de los estilos educativos en los hijos.

Consecuencias del estilo autoritario

Algunas de las consecuencias de la utilización de este estilo educativo son:

• Obediencia. Los niños educados bajo este estilo suelen mostrarse obedientes y sumisos ante las figuras parentales. Este tipo de comportamiento no tiene porqué repetirse con otras personas y es posible que en la adultez antepongan la voluntad de alguno de los progenitores frente a las de las amistades o a las de la pareja sentimental.

Con respecto a las normas sociales, suelen acatarlas de modo adecuado, lo que les otorga más probabilidades de ser personas responsables en un futuro.

• Adquisición de hábitos de disciplina. Es frecuente que estos niños tengan hábitos, ya sea de horario, de estudio, etc. relacionados con las normas del hogar Esto provoca que posean una mayor facilidad para el seguimiento de rutinas. En la adultez pueden ser personas disciplinadas en sus hábitos diarios.

• Control. Escaso o excesivo. Una excesiva disciplina en la niñez puede ocasionar que la persona no tenga en exceso control en edades más adultas, ya que no está acostumbrado a gestionarlo.

Asimismo, puede ocurrir lo contrario, ya que una normativa estricta puede desembocar en hábitos rutinarios que en la adultez se trasladarán a las rutinas diarias, siendo personas muy controladoras a lo que su entorno se refiere (estrictas con el horario, puntuales, cuadriculadas, responsables etc.).

• Autoestima. Algunos estudios han demostrado que la autoestima de estos niños suele ser menor que lo que crecen bajo otros estilos educativos. Asimismo, la confianza en sí mismos también puede ser menor.

• Habilidades sociales. Los niños que se educan bajo este estilo suelen presentar menos habilidades sociales que el resto. Algunos niños se muestran más dependiente que el resto.

Los niños que se educan bajo el estilo autoritario suelen presentar menos habilidades sociales

• Afectividad. La expresión emocional, aunque no es frecuente en este estilo educativo, no suele verse afectada. No obstante, se ha observado que los niños criados bajo este estilo suelen tener un mayor afecto a los padres que los que se han educado con otro estilo como el permisivo y el negligente.

Consecuencias del estilo permisivo

• Obediencia. Los niños educados bajo este estilo no están acostumbrados a acatar normas. Aunque a veces se da el castigo, este es irregular y no suele repetirse aunque realicen la misma conducta por la que han sido amonestados previamente.

Los niños educados bajo el estilo permisivo no están acostumbrados a acatar normas

Esto hace que los niños sean más susceptibles a problemas de cumplimiento de normas o adaptación social. Es más probable que sean irresponsables en un futuro con respecto a otras personas educadas bajo otros estilos.

• Adquisición de hábitos de disciplina. Al no haber disciplina, los hábitos no existen. En el futuro adquieren hábitos de disciplina (estudio, trabajo, etc.) por necesidad, o no los adquieren, por lo que tendrán graves problemas de adaptación y suelen ser poco persistentes en las tareas.

Esto ocurre porque este estilo educativo no fomenta el esforzarse para la consecución de un objetivo, ya que se cede a la mayor parte de las peticiones del menor. Esto puede repercutir a la hora de buscar empleo o conservarlo.

• Control. El control de estos niños es escaso. La ausencia de normativa desemboca en intolerancia a la frustración y falta de control de impulsos. Al no haber aprendido nunca qué significa un problema ni cómo gestionarlo, las situaciones vitales conflictivas se gestionarán inadecuadamente.

Esto puede provocar ansiedad, angustia y depresión en la adultez, así como fracaso en las relaciones de pareja y sociales. En su manifestación más nefasta estos niños pueden presentar el denominado “síndrome del emperador”, por el cual se sentirán muy molestos si algo no se sucede tal y como lo desean, pudiendo incluso desarrollar conductas dañinas. El perfil del acosador escolar coincide con niños educados bajo este estilo. Asimismo, suelen ser niños (y posteriormente adultos) bastante inmaduros.

• Autoestima. La autoestima de estos niños suele ser alta y se muestran entusiastas y optimistas.

• Habilidades sociales. Este estilo educativo promueve que los niños sean más extrovertidos, aunque pueden tener problemas sociales en cuanto encuentren obstáculos para pertenecer a un grupo.

En este sentido, la intolerancia a la frustración puede manifestarse en conductas abusivas hacia otros niños, ya que la falta de habilidades en solución de problemas y/o en comunicación se sustituye por recursos despóticos hacia los demás que pueden resultar exitosos como medio de sobresalir en el grupo o mostrar lo que ellos consideran una habilidad.

Este tipo de conductas quedarían reforzadas, además, si el estilo educativo persiste, es decir, si los padres no hacen nada al respecto, y si su grupo de amigos las aplauden. Es el caso de los abusadores en los episodios de bullying.

• Afectividad. La afectividad en este estilo educativo no es idónea, ya que el menor no aprende a ser empático. Esto puede conducir a que en el futuro tenga problemas en su círculo social y sentimental.

Con respecto a las figuras paternas, el afecto que muestra es menor que con otros estilos educativos como el autoritario y el democrático. Este estilo educativo es el predominante en ambientes familiares con episodios de maltrato del menor hacia los padres.

Consecuencias del estilo negligente

• Obediencia. Las normas en este estilo educativo son casi inexistentes, como ocurre con el estilo educativo permisivo. Esto provoca que el menor no esté acostumbrado a acatar ciertas pautas de conductas sociales o que le resulte difícil. En este estilo educativo, cuando hay castigos son desmedidos o incongruentes, lo que dificulta al niño el entendimiento de respetar normas.

Las normas en el estilo educativo negligente son casi inexistentes

• Adquisición de hábitos de disciplina. Este estilo de educativo, al igual que el permisivo, carece de disciplina, lo cual inhabilita al menor en la adquisición de hábitos. Si en el futuro adquieren rutinas (ya sea laborales o de estudio, por ejemplo), lo hacen por sí mismos motivados por la necesidad de adaptarse al entorno.

No obstante, esta adaptación va a resultar más difícil en los niños que se educan bajo este estilo que los que se educan bajo el estilo autoritario o democrático.

• Control. El control de estos niños es escaso. Al igual que con el estilo permisivo, la ausencia de normas provoca que el niño carezca de habilidad en solución de problemas, por lo que su tolerancia a la frustración suele ser baja, aunque no tanto como en el estilo permisivo. Esto puede provocar una mayor vulnerabilidad a los conflictos personales y sociales.

• Autoestima. La autoestima de los niños educados bajo este estilo tiende a ser baja.

• Habilidades sociales. Las habilidades sociales de estos niños son bajas. Al igual que en el estilo permisivo, la ausencia de normas provoca que no aprendan a ser empáticos ni habilidades comunicativas, lo que repercute en la adaptación social.

Este estilo educativo también está presente en el perfil del acosador escolar, aunque de modo menos frecuente que el de los niños educados bajo el estilo permisivo. En este estilo no suele manifestarse el llamado “síndrome del emperador”.

• Afectividad. La afectividad de los padres hacia los hijos en este estilo educativo es prácticamente nula, y esta carencia se repite de hijos a padres. Asimismo, la falta de aprendizaje afectivo y empático puede provocar problemas afectivos en el futuro con su entrono y a nivel sentimental.

Consecuencias del estilo democrático

• Obediencia. Este estilo educativo fomenta la adquisición de empatía en los niños, por lo que suelen ser asertivos, es decir, acatan las normas que consideran justas y manifiestan su opinión de desacuerdo ante las normas que no consideran justas.

Esto permite que tengan una perspectiva más amplia de su entorno ya que les es más fácil entender cuando llevan razón o no. Dado que los padres dan una explicación cuando les imponen un castigo, es poco probable que repitan conductas negativas.

• Adquisición de hábitos de disciplina. La disciplina en los niños educados bajo este estilo es menor que los educados bajo el estilo autoritario pero mayor que los educados bajo el estilo permisivo y negligente. Estos niños van adquiriendo hábitos de autonomía poco a poco, a medida que comprenden cómo funciona su entrono.

Esto les permite que se adapten mejor al medio y a las rutinas (de estudio o laborales, por ejemplo), de modo que irán actuando según comprendan que es lo más beneficioso para ellos o que se espera de ellos.

Este estilo educativo fomenta el esfuerzo para conseguir un objetivo, por lo que facilita que el niño sea más responsable en el cumplimiento de objetivo o normas con el fin de lograr un beneficio.

• Control. El control de los niños bajo este estilo educativo es alto. Los padres les imponen normas pero también consideran su opinión y les dan capacidad para tomar decisiones.

Esto provoca que sean más autónomos y que sepan controlar determinadas conductas que pueden ser perjudiciales para ellos o para otros, ya que son niños bastante empáticos.

• Autoestima. La autoestima de estos niños es alta y tienen una mayor seguridad que los niños educados bajo el estilo autoritario o negligente. Asimismo, presentan una mayor autonomía y una gran capacidad en la solución de problemas.

• Habilidades sociales. Las habilidades sociales que presentan estos niños suelen ser altas. Dado que este estilo educativo fomenta la empatía, son capaces de relacionarse con los demás con mayor facilidad y desarrollan habilidades comunicativas y de solución de problemas.

Los padres que utilizan este estilo educativo no les ocultan los problemas a los niños, los cuales se dan cuenta de que existen, de cómo identificarlos y, a través de la observación de la gestión de problemas que tienen los padres, cómo resolverlos (o, a veces, como no hay que resolverlos).

Estos niños, junto con los educados bajo el estilo autoritario, suelen ser más maduros y responsables que el resto. Asimismo, promueve que persistan en sus tareas.

• Afectividad. La afectividad en este estilo educativo es manifiesta. Los niños son más empáticos y muestran afecto a sus padres y al resto de su entrono cercano.

A continuación se incluye un gráfico orientativo que compara los diferentes estilos educativos y sus consecuencias:

 

estilo 41

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