¿Cómo te estás comportando con alguien que necesita apoyo? Ayudar, no ayudar o desayudar. Parte 3: Ayudar

Hazlo bien

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Todos conocemos o hemos conocido a personas con algún trastorno mental o problema emocional.

Si te interesa conocer cómo se puede ayudar a estas personas, continua leyendo.

Cuando se pide ayuda

En la familia, en el círculo social o en nuestra pareja pueden surgir problemas mentales o emocionales. Tanto como si la persona afectada pide ayuda, como si no lo hace, nuestra primera reacción es prestársela, pero aunque nuestras intenciones sean buenas no siempre se procede adecuadamente.

Si quieres conocer comportamientos que desayudan, pincha en el siguiente enlace:

¿Hay que ayudar siempre?

No, no hay que ayudar siempre, sobre todo si no nos vemos capacitados para ello.

Si quieres conocer por qué es mejor no ayudar, pincha en el siguiente enlace:

En los acaso en los que la situación nos sobrepase o que consideremos que estamos haciendo más daño que ayuda, lo más adecuado es aconsejar al otro que recurra a un profesional.

¿Cómo podemos ayudar?

Nadie sabe cómo actuar cuando tiene que enfrentarse a una situación novedosa y, aunque hayamos sido de ayuda en otras ocasiones a alguien, cada persona tiene un modo de sentir particular. En este sentido, lo primero que hay que hacer es preguntar al otro: “¿Puedo hacer algo para ayudarte?” Esta pregunta será el primer paso para ayudar al otro.

Asimismo, algunos modos de un comportamiento adecuado ante estas circunstancias son:

Escuchar. Es importante escuchar al otro, dejar que se exprese y que identifique que se le está escuchando. En ocasiones, cuando alguien nos cuenta un problema, tendemos a darle un consejo o solución, pero tenemos que darnos cuenta de que frecuentemente las personas no nos cuentan sus problemas para que se los solucionemos, sino únicamente para que los escuchemos. Contar algo que nos aflige tiene un gran peso terapéutico.

Ser empático. Se trata de ponerte en el lugar del otro. Esta circunstancia no es fácil si nunca hemos sufrido una problema mental o emocional, pero debemos entender que la persona afectada está sufriendo y que es la última que desea estar tal y como está. En este sentido, no pensemos que se trata de “algo de su cabeza”, ya que un problema mental o emocional surge sin que la persona lo provoque o tenga culpa alguna, y puede ser igual o más doloroso que cualquier afección física. Es importante que, tras escuchar al otro, intentemos entender sus necesidades y su malestar y que así se lo comuniquemos.

Ser paciente. La paciencia es fundamental. Los problemas mentales pueden ser crónicos y, si no los son, al igual que las alteraciones emocionales, son de larga duración. La persona necesita un tiempo para asimilar y sentirse mejor. Debemos entender que una depresión no es similar a estar triste y que la ansiedad patológica no es estar agobiado. Estar triste o agobiado son emociones normales, pero no patológicas. Por ello, es importante ser paciente con el otro y con la situación y no juzgarlo.

Estas pautas, junto con una continua y fluida comunicación con el afectado, son las formas más útiles de ayudar. No obstante, siempre es de gran utilidad que se acuda a un profesional que dote a la persona afectada des estrategias útiles para afrontar y superar su problema.

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