03/06/2023

Qué son las emociones

¿Para qué sirven las emociones? ¿Cuántas emociones hay?

Qué son las emociones

Autora: Paula Borrego

Vivimos en una época claramente emocional. No ha habido momento de la historia de la humanidad en el que se preste tanta atención a las emociones como en este momento y por tanto ¿Qué son las emociones?.

Atendemos a nuestras emociones de modo constante, si estamos tristes o felices ante un evento o situación, y nos preocupamos si estas emociones no casan con el momento vivido.

Pero, ¿sabemos lo que son realmente las emociones? En el presente artículo se tratarán las emociones y su significado en nuestras vidas.

La era emocional

Exacto. Nos encontramos en la Edad de Oro de las emociones. Es cierto que el estado emocional se ha tenido en cuenta a lo largo de la historia. Diferentes poetas, filósofos o incluso fisiólogos del campo de la medicina han teorizado a este respecto.

Las teorías humorales, por ejemplo, adjudicaban a desequilibrios osmóticos corporales el origen de unas u otras emociones y comportamientos. Podemos encontrar referencias sobre las emociones a lo largo de la historia de la medicina, tales como la que señala irónicamente, y en clave de humor, Ambrose Bierce en su satírico Diccionario del Diablo:

Corazón, s. Bomba muscular automática que hace circular la sangre. Figuradamente se dice que este útil órgano es la sede de las emociones y los sentimientos: bonita fantasía que no es más que el resabio de una creencia antaño universal. Sabemos ahora que sentimientos y emociones residen en el estómago y son extraídos de los alimentos mediante la acción química del jugo gástrico. El proceso exacto que convierte el bistec en un sentimiento (tierno o no, según la edad del animal); las sucesivas etapas de elaboración por las que un emparedado de caviar se transmuta en rara fantasía y reaparece convertido en punzante epigrama; los maravillosos métodos funcionales de convertir un huevo duro en contrición religiosa o una bomba de crema en suspiro sensible: todas estas cosas han sido pacientemente investigadas y expuestas con persuasiva lucidez por Monsieur Pasteur. (Ver también mi monografía “Identidad Esencial de los Afectos Espirituales con Ciertos Gases Intestinales Liberados en la Digestión” págs. 4 a 687). En una obra titulada según creo Delectatio Demonorum (Londres 1873) esta teoría de los sentimientos es ilustrada de modo sorprendente; para más información se puede consultar el famoso tratado del profesor Dam sobre “El amor como producto de la Maceración Alimentaria”.

No obstante, a pesar de las diferentes teorizaciones (algunas con más o menos sentido) sobre las emociones, nunca, a lo largo de la historia, se les ha prestado más atención que en el presente momento.

Así, cuando hace 30 años estábamos molestos porque durante la Navidad habíamos discutido con nuestro cuñado, ahora la molestia reside en que no me lo he pasado tan bien como debería en las fiestas navideñas. Este modo de pensar es un reflejo de cómo reparamos en nuestras emociones y cómo estas nos preocupan. 

Sin embargo, a pesar de este interés, poco sabemos de las emociones y poco, por consiguiente, sabemos de su gestión.

¿Qué son las emociones?

Esa sensación en el corazón que inunda el cuerpo, ya sea causando un gran malestar o un profundo bienestar, se llama emoción.

Se trata de una sensación difícil de describir, pero que todo el mundo experimenta. ¿Qué es? ¿Por qué ocurre esto?

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que el cuerpo produce cuando entiende que una vivencia o un estímulo determinado tienen importancia.

Es decir, no es más que una reacción por la que el cerebro, al identificar algo como importante para nosotros, libera una serie de neurotransmisores y hormonas que circulan por todo el cuerpo, haciéndonos sentir muy bien o muy mal.

Si quieres conocer más sobre los neurotransmisores, visita el siguiente enlace:

El propósito de esta reacción es que el cuerpo se adapte hacia algo que considera importante, ya sea un recuerdo (para ayudar a recordar mejor), algo de lo que necesitamos huir (el miedo) o algo que necesitamos vivir con más intensidad (la alegría). Esto es porque los pensamientos que experimentamos bajo el efecto emocional (debido a los procesos químicos corporales) son más duraderos en el tiempo.

Fisiológicamente, las emociones provocan rápidas respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso y la del sistema endocrino, pudiendo tener como fin el constituir un sistema de adaptación óptimo para un comportamiento más efectivo.

¿Qué tipo de emociones existen?

Es imposible clasificar o nombrar todas las emociones que una persona puede llegar a experimentar. De hecho, es frecuente que nos resulte difícil, en algunas ocasiones, poder describir aquello que sentimos.

Hay que considerar que las emociones no son un lenguaje, como lo es el pensamiento, sino una respuesta. Esto provoca que, a la hora de intentar verbalizarlas, no existan palabras exactas que las codifiquen, y del pensamiento a la verbalización, además, se va a perder información.

Esto dota a las emociones de un carácter totalmente subjetivo e imposible de describir por completo.

No obstante, se han establecido una serie de emociones básicas y universales. Se trata de un modelo que propone la existencia de emociones atómicas o discretas, a veces permitiendo que varíen en intensidad y que se combinen para generar emociones más complejas y matizadas.

Estas emociones básicas son 6: sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo y alegría/felicidad.

El criterio para considerar estas emociones como básicas se basa en principios psicológicos y biológicos innatos, es decir, que es supuesto que todas las personas nacen preparadas para tener este tipo de sentimientos.

¿Cuándo empezamos a sentir emociones?

Las emociones son innatas, es decir, desde los primeros días de vida el ser humano tiene la capacidad de reaccionar ante estímulos que percibe como negativos o positivos. Ya vemos, de hecho, como un bebé llora justo después de su nacimiento. No obstante, debemos tener en cuenta que la capacidad de sentir emociones es diferente a la capacidad para expresarlas.

Pero la capacidad emocional y los efectos de las mismas no permanecen intactos a lo largo de los años. De este modo, según la edad, la emoción va a ser vivida e interpretada de forma diferente.

A partir de los 2 años, el niño comienza a desarrollar empatía, es decir, la capacidad de entender las emociones ajenas.

A los 4 años, el niño es capaz de identificar las emociones básicas y sus efectos.

La adolescencia es la época del hombre en la que las emociones son más caprichosas. Esto se debe a los diferentes cambios hormonales que se producen en el cuerpo durante este período de tiempo. Asimismo, etapas de la vida como el embarazo o condiciones como la menstruación afectan directamente al modo en el que sentimos las emociones.

Una vez superada la adolescencia, en la edad adulta, (se supone) estamos capacitados para identificar emociones propias y ajenas, y gestionarlas. Esto estará en función, obviamente, del nivel de inteligencia emocional que ostente cada persona.

Si quieres saber más sobre inteligencia emocional, visita el siguiente enlace:

No obstante, es posible que nos cueste identificar muchas emociones ajenas y las nuestras propias, y mucho más aun gestionarlas.

El desarrollo personal y trabajar la empatía y la inteligencia emocional son modos que nos pueden ayudar a entender mejor nuestras emociones y las de los demás y, así, poder gestionarlas adecuadamente.

Como siempre, en caso de duda, le recomendamos acudir a un profesional de la psicología.


Psicodifusión es editada por los psicólogos Paula Borrego y Juan Miguel Enamorado Macías


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