
Psicopatía: ¿Un mal o una ventaja?
Ante la pregunta que titula este artículo, “¿Es malo ser psicópata?”, la respuesta parece ser clara: para los demás sí.
No obstante, como se ha comentado en anteriores artículos, son tantos los estereotipos, mitos y falsas creencias hacia la psicopatía, que es imposible no asociar este término con algo negativo.
En este artículo, se tratarán los aspectos negativos y positivos de la psicopatía.
La sociedad de las emociones
Vivimos en una sociedad en la que las emociones han cobrado una gran importancia. Nuestras vidas, el modo de percibir la realidad y el modo en el que nos comportamos se rigen por aquello que somos capaces de sentir y por ello nos guiamos.
En este sentido, una persona que tiene en cuenta las emociones propias y las de los demás es normal en la sociedad, adaptado y bien acogido. Nuestra cultura califica a este tipo de personas como buenas personas. Nos gusta que se nos tenga en cuenta, que los demás se preocupen por nosotros y que nos comprendan.
Un psicópata, por el contrario, no tiene en cuenta las emociones ajenas y actúa por intereses propios, por lo que no solo supone un fallo en la normalidad, sino que además es percibido como mala persona según los esquemas sociales. Es alguien que no tiene en cuenta a los demás, no se preocupa por nadie ni comprende al resto.
Pero, ¿son los psicópatas malas personas? En nuestra sociedad y tal y como la entendemos, sí. Indudablemente, un comportamiento que dañe a otro no es del todo aceptable. Sobre todo, porque si todos actuásemos de ese modo sería imposible una convivencia medianamente cordial. Pero el psicópata no es alguien que, necesariamente, vaya haciendo daño deliberadamente porque sea su naturaleza, sino alguien que no se preocupa por el resto.
Pero no resulta así si se ve desde otro punto de vista. En una cultura en la que las emociones no ocupasen un lugar privilegiado el psicópata no solo pasaría desapercibido, sino que, muy posiblemente, podría ser percibido como una mejor persona que otras de su entorno. En las sociedades en las que las muestras de emoción o en las que guiarse por las mismas no está bien considerado, el psicópata pasa a ser de villano a ciudadano ejemplar.
El bien y el mal son conceptos subjetivos, creados para poder construir una sociedad más feliz en la que todos sus componentes puedan convivir lo mejor posible. Pero no se debe olvidar que numerosas circunstancias que ahora son muy correctas, antes eran odiosas, y viceversa.
La felicidad y la psicopatía
Durante la historia de la humanidad, han sido mucho los estudiosos, pensadores y filósofos que se han planteado qué es la felicidad y cómo lograrla.
Esto es lógico, ya que el ser humano tiende, biológicamente, a huir, escapar y evitar el malestar a favor del bienestar, lo cual se traduce en la búsqueda de la felicidad. Asimismo, la sociedad empuja hacia esta búsqueda de la felicidad común.
Un concepto muy utilizado en la época helénica por los filósofos fue la ataraxia, que no es otra cosa que un estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y la total ausencia de deseos o temores.
La filosofía epicúrea, la estoica y la escéptica, entre otras, afirmaban que una persona, mediante la disminución de la intensidad de pasiones y deseos que puedan alterar el equilibrio mental y corporal, y la fortaleza frente a la adversidad, alcanza un equilibrio y finalmente la felicidad. La ataraxia es, por tanto, tranquilidad, serenidad e imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos. Si no deseas nada y no temes a nada, serás feliz.
Este estado es difícil de alcanzar. Las emociones propias, nuestras fobias y filias, nos inclinan hacia el deseo y/o el temor. Asimismo, el hecho de preocuparnos por otras personas, nuestros seres queridos, se suma al cúmulo emocional que rige nuestros deseos y temores.
¿Es posible, pues, lograr la ataraxia? Para las personas, conseguir un estado de ataraxia es muy complicado, pero no lo sería para alguien al que no le preocupan las consecuencias de sus actos, ni las emociones ni opiniones del resto. Es decir, un psicópata.
Imaginemos un estado en el que no deseemos nada con ímpetu. Es decir, podemos querer tener ciertas cosas, pero estas no nos quitan el sueño ni perturban nuestra tranquilidad, simplemente son elementos que nos gustaría tener, pero hacia los que no proyectamos un deseo manifiesto. De este modo, si nunca los tenemos, no ocurre nada. Se trataría como de una especie de conformismo natural y no forzado.
Al mismo tiempo, imaginemos que no nos importan las consecuencias de nuestros actos. No sentimos remordimientos ni culpabilidad. Las fobias relacionadas con acciones propias (hablar en público, fobias sociales, miedo al fracaso…) quedarían anuladas.
Asimismo, imaginemos que las opiniones ajenas no nos afectasen. Nuestra autoestima comenzaría a subir por momentos.
Por último, imaginemos que no nos importa el estado de los demás. No nos preocupamos por otras personas. Nos da igual su estado o si se encuentran bien o mal.
¿No seriamos más felices de este modo? Según describe la ataraxia, sí.
Todos estos rasgos son comunes a los psicópatas. Por consiguiente, se plantea la siguiente reflexión: ¿Son los psicópatas más felices? La respuesta no puede ser afirmativa, por mucha ataraxia que presenten estas personas, puesto que la felicidad es imposible de medir y de serlo sería algo tan subjetivo que no estaría sujeto a patrones.
Psicopatía como rasgo evolutivo
Recientes estudios que barajan la posibilidad de que la psicopatía podría ser una ventaja adaptativa propiciada a nivel evolutivo. En términos de biología, una ventaja evolutiva se refiere al hecho de tener éxito reproductivo. Dado que la psicopatía es una condición heredable, la evolución natural puede haber propiciado su desarrollo por considerarla una ventaja en un mundo donde la competencia por los recursos es intensa. Asimismo, los psicópatas, dada su tendencia a no considerar las consecuencias de sus actos, suelen ser promiscuos, por lo que se reproducen más, estadísticamente, que el resto de la población.
El psicópata explota la confianza y la cooperación de los demás para ser exitoso en sus objetivos. Tiene más éxito laboralmente y pueden ser personas mucho más productivas.
En una sociedad en la que las emociones no fuesen tenidas en cuenta, el psicópata sería el más ventajoso para desenvolverse en la misma y, asimismo, el más feliz.
No obstante, la evolución no entiende de percepciones socialmente negativas o positivas, por lo que, aunque socialmente el psicópata no sea exitoso, sí puede llegar a considerarse como evolutivamente más apto.
Como siempre, para tener más información acuda a un profesional de la psicología.
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